Después de superar la semana de nervios, temores y dolores (como suele caracterizar la última semana previa al Maratón) y este año con más razón por eso de la coincidencia de calendarios, al amanecer del 17 de abril y en el parking del Salto del Caballo, se van dando cita todos los participantes al Maratón, con las ilusiones que durante las catorce semanas de preparación han ido forjando, con sus inevitables dudas y como no, con los nervios mas o menos disimulados, que aunque se quiere, no se pueden ni evitar ni ocultar. También está con ellos, un importante grupo de apoyo de estos héroes por un día, que durante el desarrollo de la carrera les van a animar y a poner todo su empeño en que no les llegue el desaliento en ningún momento; espos@s, familias, amig@s y varios compañeros del club; gracias a todos ellos por el madrugón que se han dado y por su agradecido y entusiasta apoyo.
Tras una corta espera y tras ser recogidos por el autobús que como es habitual, los amigos de la Asociación Atlética Puerta de Bisagra disponen todos los años para este evento, tomamos la salida a eso de las 6:55 horas y nos dirigimos a la Villa y Corte, entre risas, apuestas y disparates varios, que de algún modo contribuyen a liberar la mente de los corredores del run run que les presiona.
Llegada a Madrid a eso de las 7:50 horas y sin quererlo, el autobús en su búsqueda del punto de desembarco en la calle Menéndez Pelayo (junto al retiro), nos va anticipando parte de las cuestas del recorrido, precisamente la parte última y nos vuelve a poner los nervios en la boca del estómago. Ya se respira algo de ambiente pues números corredores se dirigen por las calles hacia Recoletos, punto de Salida de la carrera. Ya en la Calle Menéndez Pelayo se produce el desembarco de los corredores y acompañantes, previo cambio de ropa de los primeros y se produce la separación del grupo; los corredores a prepararse para la carrera y el equipo de apoyo moral, para dirigirse al primer punto del recorrido en el que han previsto prestar su servicio.
El ambiente por la zona del Retiro y aledaños es inmejorable, la entusiasta marea multicolor de atletas y corredores, que por todos los puntos emerge, se dirige hacia Recoletos, donde la megafonía eleva ya el pulso al ambiente y a los corredores; desde Recoletos hasta Cibeles está ocupado por gentes de todos los lugares, tanto de aquí como de fuera que simpatizan, se saludan, ríen, estiran, corren o calientan y todo ello va contribuyendo a generar el los corredores un estado de excitación pre-carrera que le lleva al punto de no retorno, en el que lo único que espera es que se de cuanto antes la salida y hacer frente el reto que tiene por delante.
Con británica puntualidad, a las 9:00 horas se da el disparo de salida y curiosamente y al contrario que lo que ocurre en otras salidas, la salida se produce sin empellones y trompicones, casi 10.000 corredores preparados para el Maratón, hacen que esto sea imposible, además cuarenta y dos kilómetros dan mucho tiempo como para perder el culo desde el primer momento; la densa cabecera multicolor bordea el nuevo emplazamiento del monumento a Colón y enfila Castellana arriba, el momento es indescriptible, con los laterales de la Castellana abarrotados de gente animando, los pasos elevados igualmente concurridos, la excitación a flor de piel y con toda la energía y nervios contenidos, el corredor se siente como en una nube, se siente sobrado y esto que puede ser bueno en su justa medida, si durante estos mas de cinco kilómetros, no te andas con la cabeza y temple suficiente, este derroche no tardará en pasarte factura, probablemente cuando te encuentras por la Casa de Campo.
A partir del kilometro seis y hasta el kilómetro treinta y dos, el recorrido tiene una tendencia descendente, si bien salpicado todo su trayecto por numerosas cuestas más o menos duras (algunas bastante duras), que continuamente te van rompiendo el ritmo de carrera y también descargando las piernas, lo que hace de este Maratón “el de Madrid” ser de los mas duros, si no el mas duro de España.
El recorrido del Maratón en su primera parte, hasta completar la Media, allá por la Calle Ferraz, discurre por puntos que te resultarán inolvidables, sobre todo por la concurrencia de público que de forma efusiva anima y alienta a los corredores para hacer mas liviano su esfuerzo, esfuerzo este que todavía es llevadero. Calles como Raimundo Fernández Villaverde en dirección a la Glorieta de Cuatro Caminos, la bajada de Guzmán el Bueno con su clásico “Carros de fuego”, el paso por el Barrio de Fuencarral, el tramo Gran Vía, Callao y como no, Puerta del Sol y la Calle Mayor; constituyen puntos álgidos de la carrera, en los que la gente que ocupa estos trayectos se vuelca con los corredores y hace que en estos broten las sensaciones mas fuertes de toda la carrera, cada uno a su manera se siente protagonista de algo muy especial y una descarga electrizante recorre el cuerpo y te lleva como en un trance hasta la espectacular fachada del Palacio Real; que por cierto este año y para desgracia de todos los corredores nos ha sido vilmente vedada, relegándonos a las entrañas de la tierra para atravesar la emblemática Plaza de Oriente, en lugar de hacerlo como otros años a la sombra de la Fachada de Sabatini, “Un negativo para quien corresponda”.
Pasado Ferraz y con ello mediada la carrera, tanto el tiempo empleado en recorrerla como las sensaciones que te vienen, te hacen obtener una idea aproximada sobre si los objetivos que te has marcado van a ser posibles o te conviene ajustar algo. Tres kilómetros más y te encuentras en la Casa de Campo, ocho kilómetros te aguardan de contacto casi asceta con el silencio y la espectacular naturaleza de esta zona de Madrid, en la que, la falta del bullicio y aliento de la gente que durante el trayecto urbano te ha venido acompañando, aquí deja paso a la tranquilidad y a veces soledad, que te lleva inexorablemente a tomar conciencia de tu estado físico y de ánimo; momento crítico si no has hecho la tarea como debieras haberla hecho.
Si tu paso por la Casa Campo te ha ido bien, y sino también; a la salida este lugar y entorno al mítico kilómetro treinta, donde los maratonianos decimos que empieza verdaderamente el Maratón, te encuentras de sopetón con una dura rampa, la del Paseo de la Puerta del Ángel, que si vas medianamente bien, te hace sufrir lo suyo y si vas mal, te frena en seco, normal es ver ya a gente subirla andando y los brazos en los riñones.
Pero una vez superado este clavo, la Avenida Portugal con su oportuno descenso te permite relajar (si es que se le puede llamar así) las piernas y prepararlas para lo que poco más adelante, hacia el treinta y cinco y una vez pasado el Manzanares, te espera; los mas de siete kilómetros de subida hasta el final. Se puede decir sin temor a equivocarse, que a partir de este punto comienza el autentico sufrimiento para todos los corredores, incluso para el que creía que iba bien; ya que cada kilómetro que avanza comienza a ir cada vez peor y el que ya iba mal, sabe que le espera un infierno si consigue no pararse. Las piernas cada vez son, menos piernas, los dolores van apareciendo por todas las partes del cuerpo, ni te imaginabas que podían doler las pestañas. Gracias a que de nuevo, por todo este trayecto urbano, el publico vuelve a volcarse con los cada vez mas cansados y agónicos corredores, que con solo ver sus caras, puede uno llegar a sospechar el verdadero sufrimiento por el que están pasando, lo que hace brotar de la gente que se agolpa en el recorrido, los aplauso y las palabras de apoyo mas sentidas y que el corredor más agradece.
Pasada la interminable Ronda de Valencia y la de Atocha, al corredor le embargan sentimientos contradictorios, una extraña mezcla de sentirse tan cerca de la Meta y a cada paso que das, tan infinitamente tan lejos. Piensas que solo tres kilómetros que faltan para terminar comparado con treinta y nueve no es nada, pero simultáneamente y cada paso que das te parecen como si fuera al contrario, que te faltan treinta y nueve; y para remate final, la cuesta de de Alfonso XII te sorprende con una pared en sus primeros trescientos metros, que te abultan como si fueran trescientos mil que pone a prueba de pararse, a todo corredor que se precie.
Por fin y una vez alcanzada la Puerta de Alcalá, eso si, sin dejar de subir; el sentimiento de haber alcanzado el triunfo comienza a resurgir en cada corredor, para unos brotan fuerzas de no sebes donde, que te impulsan con aires renovados a encararte la inminente bajada hacia la Meta y a otros a superar su esa agonía que le atenaza, con el impulso de terminar la carrera aunque tenga que ser a gatas.
El clamor de la gente, en la entrada al Retiro hasta la línea de Meta es embriagador, el impulso que hace brotar en los corredores es casi inexplicable, el sentimiento de triunfo que surge dentro del corredor le lleva a un estado satisfacción tal, que al que llega agotado le hace esprintar con rabia los últimos doscientos metros y al que llega extenuado le impulsa hasta la Meta, para dejarse llevar.
La sensación final para la mayoría de corredores es indescriptible, una mezcla de incapacidad y dolor físico que desde el momento de detenerse se apodera del corredor, se mezcla con un estado de eufórica satisfacción personal de alegría, que para el maratoniano constituye su propio trofeo, la recompensa a tres meses de esfuerzo y dedicación no solo personal sino para la mayoría de los casos, también familiar.
¡Enhorabuena! Y Felicidades para todos los miembros de este Club ToleTole y simpatizantes, que han tomado parte y en esta XXXIV Edición del Maratón de Madrid y que, un año más han terminado exitosamente.
Antonio Aranda Moreno 3:59:54, Tomás Orgaz Palomino 4:12:41, José Manuel Zaragoza Rullo 3:38:32, Moisés Guardia Pérez-Moreno 3:38:06, José Antonio Pomares Aguado 4:11:40, Antonio Medina Fernández 4:15:41, Alejandro Martín Trigo 4:06:19, Jesús Sánchez de la Nieta 3:44:15, Oscar Díaz Vázquez 3:51:51, Enrique Tordera Vivar 4:12:11, José Ramírez Muñoz 3:19:44, Ángel Sánchez de Dios 3:26:27, Carlos Mendo López 4:13:01, Pedro Hernández Cabello 3:43:38 y el que suscribe la crónica Juan Alfonso Román Sánchez 2:59:37
Mención especial para nuestros compañeros del Club ToleTole, Armando Botica y Marisol Manzano que simultáneamente a la celebración del Maratón de Madrid, tuvieron una participación mas internacional, corriendo el Maratón de Padua (Italia), ¡Felicidades y enhorabuena!
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